John Maxwell Coetzee, premio nobel de Literatura en 2003, llegó a Madrid el pasado 19 de junio para su participación en el programa de residencia Escribir en el Prado, que consiste en la elaboración de un texto sobre alguna de las obras que existen en el museo o algún tema que gire entorno a sus artistas. Desde su llegada se le ha dado un acceso completo al Museo del Prado, y durante tres semanas se ha dedicado a la observación de las distintas obras fundiéndose entre la gente sin se apenas ser reconocido, concentrándose así en el objetivo que tenía.
Pasadas estas tres semanas, en una conferencia apoyada por la traducción de la filósofa y escritora argentina Mariana Dimópulos, Coetzee ha abierto una nueva mirada a la forma de entender tanto la escritura como el arte, ya que su intención durante el tiempo que ha tenido para la observación de los cuadros ha sido la traducción de las pinceladas en palabras. Su objetivo se ha centrado alrededor de tres cuadros que ejemplifican aquello que quiere reflejar; La torre de Babel (1563), de Brueghel El Joven, en la que explicó, según el periódico ElMundo, la simbología del cuadro: "[…] alguien aspiró ha levantar una estructura que llegase al cielo, que desafiase a Dios. El castigo por tanta soberbia fue hacer que los hombres hablasen en distintas lenguas, generando el caos […]". En otras palabras,el escritor habla de la unificación del arte porque, pese a que la simbología de este cuadro alega que la humanidad está castigada al caos por la diferencia de lenguajes escritos y hablados, la pintura es un idioma que puede llegar a entender todo el mundo debido a las emociones que se recogen en ella.
También se ha enfocado en el Retrato del Papa Inocencio X (1650), de Velázquez, y el Autorretrato (1815), de Goya, donde se hace un especial hincapié en las miradas pintadas. Estos retratos, en especial el del Papa Inocencio X (1650), recogen, según Coetzee, la mirada, pero no una mirada cualquiera si no una que transmite emociones de forma que no se puede describir con palabras.
Ha elegido estas obras por un motivo, y es que ha intentado hacer una traducción literal en palabras y, como él mismo alega, se le ha hecho imposible.
En definitiva, este debate y planteamiento que sugiere Coetzee es importante tenerlo en cuenta, ya que invita a la reflexión sobre cómo destaca tanto la comunicación verbal como la no verbal, y que, pese a la existencia de las palabras, la imagen es un factor imprescindible.