DESVELAN POR QUÉ REPTILES Y ANFIBIOS ENVEJECEN MÁS DESPACIO
El caparazón de la mayoría de las especies de tortugas, contribuye a un envejecimiento más lento e incluso a la ausencia de envejecimiento biológico. Así se desprende del estudio más completo realizado hasta la fecha sobre el envejecimiento y la longevidad de reptiles y anfibios, publicado en la revista 'Science'.
Con 190 años, Jonathan, la tortuga gigante de las Seychelles, es el "animal terrestre vivo más antiguo del mundo". Existen numerosos casos que demuestran que algunas especies de tortugas o animales de "sangre fría" viven mucho tiempo, pero las pruebas son escasas y se centran exclusivamente en animales que viven en zoológicos.
La nueva investigación, capitaneada por David Miller, profesor asociado de ecología de poblaciones de vida silvestre de la Penn State, ha contado con la colaboración de 114 científicos, que han conseguido reunir datos sobre envejecimiento de especies en la naturaleza de 107 poblaciones y 77 especies de reptiles y anfibios de todo el mundo.
El profesor Miller explica que "existen pruebas anecdóticas de que algunos reptiles y anfibios envejecen lentamente y tienen una larga vida, pero hasta ahora nadie había estudiado realmente esto a gran escala en numerosas especies en la naturaleza".
Y añade que "si podemos entender qué permite a algunos animales envejecer más lentamente, podremos entender mejor el envejecimiento en los seres humanos, y también podremos informar sobre las estrategias de conservación de reptiles y anfibios, muchos de los cuales están amenazados o en peligro de extinción".
Durante la investigación, su equipo investigó la evolución de los organismos en los animales son capturados. El objetivo era estudiar la variación en el envejecimiento y la longevidad de los ectotermos (animales de sangre fría) en la naturaleza en comparación con los endotermos (animales de sangre caliente).
De esta manera podrían replantear las hipótesis anteriores vinculadas al envejecimiento, entre las que se encontraban el modo de regulación de la temperatura corporal y la presencia o ausencia de rasgos físicos de protección.
La hipótesis de la termorregulación, explica Miller, plantea que los ectotermos al tener metabolismos más bajos envejecen más lentamente que los endotermos, que generan internamente su propio calor y tienen metabolismos más altos.
Sin embargo, los hallazgos apuntan que la forma en que un animal regula su temperatura no es necesariamente indicativa de su tasa de envejecimiento o duración de la vida, debido a que las tasas de envejecimiento y la duración de la vida de los animales de sangre fría oscilan tanto por encima como por debajo de las tasas de envejecimiento de los endotermos que tienen un tamaño similar.
"No encontramos apoyo a la idea de que una tasa metabólica más baja signifique que los ectotermos envejecen más lentamente --señala Miller--. Esa relación sólo era cierta para las tortugas, lo que sugiere que las tortugas son únicas entre los ectotermos".
Lo que sí pudieron verificar es la hipótesis de los fenotipos protectores, una teoría que sugiere que los animales que tienen rasgos físicos o químicos que les aportan protección, como pueden ser armaduras, espinas, caparazones o veneno envejecen de manera más lenta. De hecho, han podido documentar que estos rasgos protectores proporcionan a los animales la capacidad de envejecer más lentamente, y en el caso de la protección física, vivir mucho más tiempo en relación a su tamaño y en comparación con animales que no tienen fenotipos protectores.
Elena Vivar