La rutina es implacable. El tedio es implacable. Los lunes o los martes por la mañana son implacables. El café de cápsula es implacable. La línea seis de metro es implacable. Lavarse los dientes con el estómago vacío es implacable. Ver un partido del Arsenal sin Bukayo Saka o Ethan Nwaneri es implacable. Ver un partido del FC Zürich es implacable. Ver jugar a Nestory Irankunda no es implacable. Terapia Deportiva es implacable. Los tertulianos de Terapia Deportiva son implacables. La Radio URJC no es implacable. Los chicos o chicas de realización no son implacables. Estopa no es implacable. Un helado del Llaollao no es implacable. Hay días en que te despiertas con un programa de fútbol o de deporte por grabar, pero sin que haya pasado demasiada cosa. Bueno, sí, típico escándalo en contra del Madrid o en contra del Barça o del Atleti, típicos tuits, típicos argumentos. Típica jornada de Champions, aunque ya lejana. Típica victoria del Liverpool, típico gol de Salah de penalti, típico doblete de Mikel Merino jugando como delantero, tipiquísima victoria del Winterthur contra el Young Boys, típico gol de Kevin Carlos, típicos nosotros. Típica la baja de Álex. Típicos Jorge y Rafa, que nunca fallan (ni que Jorge hubiera estado cinco meses fuera). Típica tu abuela dándote golpecitos en la cara. Típico Gonzalo tosiendo más que en toda su vida durante un programa. Típico el día en que uno acaba sin leer. Típico que uno no lea todos los días que le gustaría. Atípico Roberto Bolaño. Típicos los martes de Terapia Deportiva.